domingo, 9 de octubre de 2011

La llamada de Fargas




Tres tonos de teléfono y un silencio antes de colgar me bastaron para saber que Fargas estaba vivo. No sé si bien o mal, pero vivo al fin y al cabo.

“Bicho malo nunca muere” me dije acariciando la duda de esa afirmación aplicada al caso, mientras miraba como la noche y su silencio ahogaba los llantos de un perro viejo. Quizá eso me hizo pensar que a un perro viejo y sarnoso como Lluís Fargas nada podría pasarle.

Apuré la última calada de mi cigarro, sabiendo que iba a ser una noche muy larga.

Un lejano sonido de teléfono me despertó sobre las cuatro de la madrugada…

Corro peligro, pueden localizarme. Era simplemente para decirte que sigo vivo.

Colgó, y me vino una sonrisa pícara a la cara. Y es que la voz de un muerto es siempre más agradable de oír que la de cualquiera de los vivos…