jueves, 20 de septiembre de 2007

El gato del ashram


“Cuando, cada tarde, se sentaba el gurú para las prácticas del culto, siempre andaba por allí el gato del ashram distrayendo a los fieles. De manera que ordenó el gurú que ataran al gato durante el culto de la tarde.

Mucho después de haber muerto el gurú, seguían atando al gato durante el referido culto. Y cuando el gato murió, llevaron otro gato al ashram para poder atarlo durante el culto vespertino.

Siglos más tarde, los discípulos del gurú escribieron doctos tratados acerca del importante papel que desempeña el gato en la realización de un culto como es debido”.

Anthony de Mello
El canto del pájaro.

viernes, 14 de septiembre de 2007

El canto del loco

Imagino que recordáis el tema que cantaba Dani de “El canto del loco” que relataba sus problemas con las discotecas y eso ¿no?, se llamaba “Zapatillas” y daba nombre al álbum. Decía algo así: “Quiero entrar en tu garito con zapatillas que no me miren mal al pasar, estoy cansado de siempre lo mismo, la misma historia, y quiero cambiar, me da pena tanta tontería quiero un poquito de normalidad, pero a ver, mírame y dime tronco, no veo mi sitio y no puedo aparcar”.

Pues bien, aquí dejo un testimonio de que su aversión por los porteros de discoteca viene de antiguo.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Arte gadita


En fin, se acabó lo bueno, terminan las vacaciones y aquí estamos de nuevo.

Os cuento una anécdota veraniega.

Resulta que llevo un par de años disfrutando de unos días de vacaciones en la provincia de Cádiz. De esa zona destaca enormemente el humor de sus gentes, una mezcla de ingenio y arte que no tiene parangón. A buen seguro que mi querido amigo El Oliva, podría contarnos más de una anécdota de su tierra, yo por mi parte contaré una de este verano que me ha hecho mucha gracia.

Sucedió mientras estaba leyendo en la playa. Fue uno de esos días nublados que no abundan en agosto, casi otoñales, y que por ello hacen que la playa agosteña, más descongestionada, sea más agradable. Pasaban por la orilla los tradicionales vendedores ambulantes de latas de refrescos, patatas y camarones con su tradicional cántico de “cocacolaaaaaaaaa, servesaaaa, aguaaaaaaa”. En esas estaba cuando de pronto llegó a mis oídos un griterío especial. Tenía un tonillo algo robotizado, extraño en definitiva, de tal manera que la curiosidad hizo que me incorporase para escrutar a su autor. Y sucedió.... De repente vislumbré al emisario, el cual llevaba un magnetófono, sí, esos de las manifestaciones. “Mu práctico que er shavá”, me dije. Se trataba de un fulano de unos ochenta años. Pero lo mejor vino después... Conforme iba acercándose, me di cuenta que el vocero estaba haciendo play back, sí sí, como lo oyen, tenía puesto el magnetófono y movía la boca como si fuera un cantante de programa de música. Y la guinda vino después; cada vez que terminaba la retahíla finalizaba con una coletilla épica que esa sí que iba en directo “llevo er camarón, la servesa, el agua (voz en play back) ¡y yastá (voz en vivo)!”...

Grandioso... Vender no vendía –quizás el mal tiempo- pero nos regaló una de las mejores sonrisas de todo el verano.